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Sánchez: «Los sectores que responden más fuertemente a los requerimientos de la sociedad son los vinculados al diseño de interfaces y los gestados desde la interdisciplinariedad; no es casual que estén dando las mejores soluciones frente a la pandemia»

La directora de Diseño del Fondo Nacional de las Artes (FNA), María Gemma Sánchez, analiza las transformaciones de la disciplina a partir de los sucesivos cambios en los comportamiento sociales.

María Gemma Sánchez es diseñadora industrial por la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). Nacida en Mendoza, tras graduarse en 1980 recibió una beca de especialización para asistir a la Hochschule für Angewandte Kunst de Austria. A su término, viajó a Milán, donde residió durante más de una década. Allí fue asistente personal de Ettore Sottsass, referente clave del posmodernismo, para quien realizó administración de clientes, adecuación y producción de joyas, objetos, mobiliario e interiores para residencias, oficinas y exposiciones. Al mismo tiempo, diseñó piezas como el cenicero cerámico Squash (1985), editado por Memphis hasta la actualidad con variantes en la terminación.

Sumamente prolífica en su labor proyectual, ha concebido productos para firmas como ASIA, Ermenegildo Zegna, Alessi, Montedison, Robur, Max Klein y Republic Moulding e hizo consultorías para las empresas nacionales Easy, Essen, Kreo, Lumilagro, Modulor y Neila.

En el ámbito de la gestión, participó de la gestación del Centro Metropolitano de Diseño (CMD), donde coordinó las áreas de Equipamiento, de Producto y de Diseño Estratégico en su primera etapa. Impulsó, además, la creación de las carreras de Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), para responder a los requerimientos territoriales del nordeste del país, y de Diseño en la Universidad Austral (UA).

Docente de establecimientos como la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires (UNNOBA), la UNCuyo, el Politécnico de Milán (Italia) y la Universidad Isthmus (Panamá), fue también integrante del Consejo Consultivo del Centro de Diseño del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), del Consejo Consultivo Internacional de la Universidad Autónoma de Nuevo León (México), del Consejo Académico del DiSUR y de diversos consejos editoriales en el exterior.

En esta oportunidad, la actual directora de Diseño del Fondo Nacional de las Artes (FNA) participa de la sección “Opinión Experta” del Old&Newsletter de abril para reflexionar acerca de la penetración del diseño en la trama social y de su diálogo con las nuevas demandas de la comunidad global.

–¿Se puede repensar o redefinir el diseño desde la sociedad? ¿y la sociedad desde el diseño? ¿puede uno prescindir del otro?
–Indiscutiblemente se pueden repensar y redefinir el diseño y la sociedad y su mutua incidencia. En particular, si consideramos que el gran puente entre ambos es la cultura, es decir, según una de sus definiciones más conocidas, "cuando se produce la persistencia y transmisión generacional de conocimientos y comportamientos por el aprendizaje”.

Cada vez más, el diseño es permeado por la cultura a un ritmo veloz. En estos tiempos de coronavirus queda claro cómo todo cambia. Es evidente que la sociedad saldrá muy modificada cuando pase la pandemia, aunque no sabemos cuándo será. Sin duda, esta modificación será parcial, pues siempre algo permanece; pero es de tal envergadura la experiencia que todos y cada uno de nosotros seremos artífices y partícipes de un resultado que, aunque aún indescifrable, será incuestionable.

A este punto podemos considerar que la frase "la realidad se impone" ha adquirido pocas veces en la historia, por lo menos en la conocida por nosotros, la potencia abrumadora que tiene hoy.

–¿Qué casos, personajes, productos o elementos de la cultura argentina e internacional podrían dar cuenta de una experiencia superadora entre estos términos?
–Desde mi experiencia como directora en el Fondo Nacional de las Artes (FNA), afloraron claramente algunos factores relevantes. A nivel nacional, cualquier acción que tienda a federalizar el diseño es de sumo valor en la tarea de generar cambios y mejoras en la sociedad y en el diseño argentino.

Dicha valoración "territorial-nacional" se logra operando en los territorios provinciales y redimensionando la permanente y eterna mediación de Buenos Aires como capital cultural, condicionante —y, a veces, determinante— de una manera de pensar e imaginar y, por lo tanto, de crear e innovar.

La segunda consideración que surge del panorama argentino (incluso considerado desde el sentido común de la población) es el fuerte apego al diseño especialístico, solo superado por algunas raras excepciones. Los sectores que responden con mayor eficacia y pertinencia a los requerimientos de la sociedad son los vinculados al diseño de interfaces y aquellos que se gestan desde la interdisciplinariedad. Estos, no casualmente, son los que en el siglo XXI —y más en la pandemia que atravesamos— están dando las mejores respuestas.

En relación al panorama internacional, esta ultima consideración se ve potenciada por las teorías y las experiencias que son transversales a las disciplinas hegemónicas propias del siglo XX y cuyo objetivo central es fortalecer el diseño como actitud.

–¿Ha cambiado en el siglo XXI, con las nuevas tecnologías, modos de educar, habitar, consumir y relacionarse, la vinculación entre diseño y sociedad?
–Ciertamente, ha cambiado. Hoy, los términos se han alejado en parte de la concepción asociada al diseño del objeto físico, aunque aún hay personas que creen que diseño son solo sillas hermosas, lámparas o autos. Diseñar no es solo hacer cosas bonitas, es también un acto ambiental, un acto político, un acto tecnológico, es decir, tiene que ver con actos y con comportamientos humanos; es reflexionar sobre los artefactos que creamos, materiales y digitales, y sobre su impacto. Ha llegado —como un tsunami— el momento de repensar el mundo, la cultura global, y Argentina forma parte de este proceso.

Durante una conferencia reciente, Paola Antonelli, directora del área de Investigación y Desarrollo del Museo de Arte Moderno de Nueva York, dijo que es extraordinario ver cómo las escuelas de Diseño han devenido en los lugares de definición en la nueva geografía del diseño. En un principio, las que ocupaban ese rol eran las fábricas; posteriormente, en la era post-industrial, pasaron a serlo las actividades vinculadas al branding y al marketing; y ahora, cuando estas últimas se van diluyendo, ocuparon su espacio las escuelas de diseño a modo de anclas en el territorio.

–¿Cómo podría potenciarse este binomio para generar soluciones innovadoras que impliquen mejoras en tópicos como la inclusión, la diversidad cultural, la equidad de género, el cuidado medioambiental y el acceso a la educación?
–El comportamiento es uno de los vínculos más férreos del binomio diseño-sociedad, entonces los verbos, es decir las acciones, también cambian junto con el diseño.

La propuesta hoy pasa por la exploración, la articulación y la integración de conceptos —algunos importados de otras áreas del conocimiento—, combinados y revisados, para operar en áreas temáticas como la interacción, la salud, la convivencia, la violencia, el bien común, la ciudadanía, la comunicación, entre otros. Dentro de estos conceptos, se pueden mencionar los procesos, la visión sistémica, la criticidad, la visualización, la estrategia, la participación, la interdisciplina, las políticas públicas, el servicio, la complejidad, el km 0, la ambivalencia, la organicidad, la responsabilidad, la sensibilidad, el pragmatismo, las narrativas, la ficción, el humor. Esto ha cambiado, por cierto, la manifestación de otro binomio: el de la forma y la función. Los objetos (y las personas ) ahora participan de manera coral.

Quiero citar una definición de Cayetana Mercé, cuando participó de Opinión Experta el pasado diciembre, que bien representa estos procesos: “Uno de los desafíos de la comunidad del diseño para el futuro es, fundamentalmente, replantear su enseñanza; pensar en la comunidad, desarmar los cánones que nos atrasan y homenajear a los grandes maestros, pero también despedirlos, porque la época y la sociedad requieren otras formas de ejercer la disciplina”.