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Mohaded: «Las crisis actuales son consecuencia de la cultura de producción y consumo a la que nos atamos durante décadas; es necesario que el diseño, como la arquitectura, la educación, la ciencia, la industria y la política, replantee sus objetivos»

El reconocido diseñador catamarqueño Cristián Mohaded, director de su propio estudio con base en Buenos Aires y en Milán, analiza los vínculos entre el diseño y la técnica en el contexto actual.

Oriundo de Recreo y graduado de diseñador industrial en la Universidad Nacional de Córdoba, Cristián Mohaded comparte su tiempo entre las ciudades de Buenos Aires y de Milán. Su carrera se orienta tanto al desarrollo y el diseño de productos para empresas nacionales e internacionales como a la dirección artística y el interiorismo.
En su vertiginosa trayectoria, ha ganado numerosos premios de diseño y participó en ferias y exposiciones en Buenos Aires, San Pablo, Río de Janeiro, Nueva York, Miami, Fráncfort, Milán, París, Londres, por nombrar algunas ciudades.
Reconocido por la calidad artesano-industrial de sus piezas y la experimentación formal y técnica, fue seleccionado como uno de los diseñadores emergentes más importantes de América en el encuentro Maison & Objet (Estados Unidos, 2015) y en el Salón del Mueble de Milán (Italia, 2018), elegido por los hermanos Campana y Marva Griffin; y actualmente figura entre los 25 diseñadores emergentes del mundo en la lista de los Dezeen Award (Inglaterra, 2019).
En tanto, piezas como la silla Twist #2 (2013), diseñada en colaboración con Ricardo Blanco, o las obras de su proyecto Entrevero, presentado en Design Miami (Estados Unidos, 2018) y distinguido como mejor colección en los CRE Design Awards (Francia, 2020), fueron adquiridas por instituciones como el Museo de las Artes Decorativas de París y del Museo de Arte de Filadelfia, respectivamente.
Invitado a participar de la sección “Opinión Experta” del Old&Newsletter de agosto, Mohaded ahonda en la importancia de gestar productos híbridos, honestos y adecuados a su entorno.

–¿Se puede repensar o redefinir el diseño desde la técnica? ¿Y la técnica desde el diseño? ¿Puede uno prescindir del otro?

–Si partimos de que la técnica es “un conjunto de procedimientos o recursos que se usan en un arte....”, entonces el diseño es también una técnica. Se trata, básicamente, de un proceso que apela a diferentes métodos para ser aplicados a una experiencia. No creo que puedan separarse, puesto que el campo proyectual siempre estuvo ligado a la técnica: el diseño se materializa desde la técnica y viceversa, estos se retroalimentan, se ayudan, son de la misma naturaleza.
Un proyecto tiene diferentes brazos de análisis y de acción. Uno es la técnica, articulada a una manera de pensar y sumamente ligada al contexto. Es usual que se deje de lado el entorno donde se gesta un producto y no se consideren sus técnicas, lo que es un error grave, ya que la primera referencia para una operación de técnica-diseño (o de diseño-técnica) es el recurso humano y su saber hacer.

–¿Qué casos, personajes, productos o elementos de la cultura argentina e internacional podrían dar cuenta de una experiencia superadora entre estos términos?

–En Argentina, y sin definirla como una “experiencia superadora” sino como un antecedente de este vínculo o binomio, puedo mencionar mi proyecto Entrevero.
Esta colección atraviesa los límites entre el diseño y el arte, entre el diseño y la industria. En ella, la disciplina, como método de representación, se expresa a través de distintas técnicas artesanales, artísticas e industriales. A partir de una traducción personal de los recursos materiales y del know-how, surge una experiencia con narrativa local pero de nivel global. Y su resultado, plural, excede lo obvio para arribar a un lenguaje novedoso, cuyo éxito radica menos en las piezas en sí que en cómo estas dialogan.
La artesanía, el tiempo y las especificidades culturales son puestas en valor con una mirada atemporal, diversa, única y colaborativa. Es un ejercicio que conglomera pensamientos auténticos de cada autor y pone en crisis las técnicas regionales al correrlas de su lugar de confort para formar un nuevo universo de objetos y de relaciones.
Entendemos el diseño como una plataforma que nos permite tomar y transferir ideas, una herramienta de conexión y de comunicación con la que nos mixturamos, compartimos maneras de sentir, pensar y hacer y resignificamos lo nuestro.

–¿Ha cambiado en el siglo XXI, con las nuevas tecnologías, modos de educar, habitar, consumir y relacionarse, la vinculación entre diseño y técnica?

–El diseño y la técnica están encontrando nuevos formatos, nuevas plataformas, nuevas maneras de trabajar en conjunto. Se están adaptando lentamente, en un proceso que no puede ser forzado, que se va construyendo día a día. El mundo lo necesita, lo está pidiendo, y nuestra profesión no debe mantenerse al margen de estos cambios sino planificar y crear puntos de acción superadores y respetuosos de las dinámicas emergentes.
Como parte del desafío de adaptarnos a las transformaciones del tejido social y cultural, la recuperación, la optimización y el replanteo de las técnicas son vías ineludibles para un hacer consciente y transversal. Desde mi experiencia, el diseño se torna más nutritivo, evolutivo y honesto cuando es integral, híbrido; y una de las fusiones más enriquecedoras está representada, sin dudas, por la convivencia de la artesanía —que aporta el conocimiento, la tradición, la técnica— y la industria —que es innovación, tecnología y desarrollo—.

–¿Cómo podría potenciarse este binomio para generar soluciones innovadoras que impliquen mejoras en tópicos como la inclusión, la diversidad cultural, la equidad de género, el cuidado medioambiental, la salud y el acceso a la educación?

–No lo entiendo como un binomio puro: es un sistema mucho más complejo y abierto. Nuestra disciplina tiene la responsabilidad de ordenar la información, decodificarla, procesarla y luego dar respuestas (acertadas o no) a los problemas.
Estas respuestas, naturalmente, pueden tener mayor o menor éxito en cada contexto; y que sean “soluciones” no significa entenderlas como únicas y absolutas. Su aporte o utilidad guarda relación directa con las metodologías, con los procesos, con los condicionantes, con los deseos y con los objetivos a resolver. En otras palabras, en “cómo” el diseño y la técnica se articulan para arribar a un mismo fin.
Dicho esto, no es sencillo definir un programa de acción proyectual que ayude a mejorar estos tópicos. Lo que sí está claro es que el diseño tiene la posibilidad (y el deber) de darnos respuestas. No puede darse el privilegio de ser una disciplina sin fundamentos.
En la práctica profesional, veo que muchas veces nos olvidamos de la estrecha vinculación entre el diseño y la cultura, el medioambiente, la industria, pese a que la disciplina ha provocado fuertes cambios en nuestro planeta, no siempre alentadores o positivos. Las crisis actuales son una consecuencia indudable de la cultura de producción y consumo a la que nos atamos durante décadas; por eso, es necesario que el diseño, como así también la arquitectura, la educación, la ciencia, la industria y la política, replantee sus objetivos.