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González: «No hay un solo ‘diseño argentino’, pero se manifiestan puntos de cruce y de pertenencia que no copian el diseño mundial y que suelen combinar origen con innovación»

La ministra de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe, María de los Ángeles “Chiqui” González, expone sobre la diversidad en la identidad del diseño y la importancia de este como un instrumento de transformación socio-cultural.

Chiqui González es, además de ministra, gestora cultural, docente, directora teatral, dramaturga y actriz. Si bien se recibió de abogada por la Universidad Nacional de Rosario y se posgraduó en Derecho de Familia, sus inclinaciones artísticas –visibles desde su infancia, cuando ganó numerosos concursos de poesía– la llevaron a ser protagonista de la escena teatral rosarina desde los años 80.
Su ingreso a la órbita pública se dio en 1996, como directora del Centro de Expresiones Contemporáneas (1996-1999); luego fue secretaria de Cultura y Educación de la ciudad de Rosario (2006-2007) y, actualmente, lidera la cartera provincial de Innovación y Cultura (2007-2019). Mujer enérgica y comprometida, en su gestión bregó por la creación de espacios de vinculación social con eje en el aprendizaje, la creatividad y la innovación. Proyectos como “La ciudad de los niños”, “Tríptico de la Infancia” y “Tríptico de la Imaginación” son reconocidos a nivel nacional e internacional por sus dispositivos lúdicos y su notable calidad conceptual, arquitectónica y urbanística. Asimismo, participó de la puesta en marcha de nodos de encuentro y formación como El Cairo Cine Público, Plataforma Lavardén y CasArijón, en Rosario.
Doctora Honoris Causa por la Universidad de Aberdeen (Escocia), ejerció la docencia en la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional de Buenos Aires (FADU-UBA) y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. Este mes, González brinda su visión multidisciplinaria y responde las preguntas de la sección Opinión Experta del Old&Newsletter.

–¿Cuál es su experiencia con el diseño?
–El diseño me interesó a lo largo de toda mi carrera para integrar la escisión profunda entre forma y contenido en los sistemas educativos acuñados por la modernidad. Fui titular durante 25 años de la materia Teoría y Estética de los Medios en la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la FADU-UBA. En mis cargos de secretaria de Cultura y Educación de la ciudad de Rosario y de ministra de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe creé parques y espacios poéticos con la concepción de trabajar desde la materialidad, con la pedagogía Bauhaus, y no desde el "tema". Concebí dispositivos lúdicos de construcción (objetos, indumentaria, paisajes, gráficos) y bregué por un cambio en la educación artística con el concepto de diseño (proyecto, selección y combinación, creación desde el mundo de la necesidad y el mundo poético). Asimismo, mantenemos en Rosario una Feria de Diseño en la Franja del Río y un plan de estímulo y fomento al diseño desde hace 12 años.

–¿Qué debe tener una pieza para ser considerada un buen diseño?
–Para alcanzar un buen diseño, en primer lugar es preciso transformar las concepciones escindidas de cuerpo-mente, forma-contenido, teoría-práctica, razón-emoción, sujeto-objeto, etcétera.
En segundo lugar, hay que jerarquizar la acción, el trabajo sobre la materia, y entender la creación como integradora de la utilidad, la belleza y la identidad... un proyecto que desplace imágenes y sensaciones a formas y texturas para crear, así, sentido en lo cotidiano y poesía en lo urbano.
En tercer lugar, hay que renovar los tan difundidos estereotipos sobre la factura del proceso creativo, dado que el diseño integra un proyecto múltiple que siempre piensa en los posibles destinatarios y se nutre, a su vez, de los imaginarios sociales, mediante la innovación, la imaginación y la apertura hacia nuevos objetivos. No se trata de una nueva decoración, de facilitar solo la utilidad, de olvidar los colectivos sociales. Por el contrario, se trata de agregar valor al sentido y la pertenencia, unión de ciencia y de arte. Pensar que un objeto de diseño es su apropiación, uso y circulación, su paradigma instalado en nosotros, algo así como el arte de vivir como actos de pensamiento y de realización complejos.

–¿Existe una identidad en el “diseño argentino”? ¿hay un solo “diseño argentino”?
–Lo homogéneo, lo diverso, lo múltiple no son amigos de la uniformidad. Lo único se convierte en central, hegemónico y restringe la capacidad de experimentación y de experiencia, iguala identidades y suele ser uno de los procedimientos más cuestionables del llamado “mercado”. Tampoco la llamada "identidad" es una sola, y esa es nuestra riqueza.
El diseño argentino va creciendo con vigor en todas sus manifestaciones y sorprende en su profusión de alternativas. No hay un solo “diseño argentino", pero sí se manifiestan puntos de cruce y de pertenencia que no copian el diseño mundial y que suelen combinar origen e innovación. Por eso, sorprenden al hacernos sentir tan identificados o representados con un "acontecimiento diseño", sea objeto, ropa, espacio, imagen o cuerpo que nos nombra, nos relata como sociedad, nos carga de sentido y de razón de ser.

–¿En Argentina el diseño es valorado socialmente?
–No lo suficiente. Existen escuelas, universidades, talleres, ferias y emprendimientos de diseño, pero nos encontramos en una etapa crítica del problema donde hay más creatividad exponiéndose que circulación y aceptación social de su potencia, su calidad y su beneficio.
En parte, se desnaturaliza el concepto de diseño con simple valor agregado a una prenda o una combinación de piezas de joyería. Por otra parte, hay poco debate sobre el diseño como acción para mejorar la vida de los colectivos populares. Un desencuentro. Un sector que naturalmente tiene derecho a la belleza y otros que cobran el diseño como si fuesen obras de arte y viven en grupos que buscan diseños como quien busca aquello que los hará únicos e irrepetibles, separados del conjunto. Una operación al revés de la famosa Bauhaus: el arte de vivir para los trabajadores y no para alimentar la exclusión y la diferencia. Este desencuentro es un debate básico y desde el origen para aquellos que apuestan por el diseño para mejorar la existencia.

–¿Cuál es la importancia de los archivos y las colecciones patrimoniales de diseño?
–Los archivos y las colecciones tienen enorme importancia. De lo contrario, no se estaría creando una forma de transformación social. Sin historia, sin memoria, alabando la innovación sin profundizar su sentido y sus condiciones, el diseño no tiene posibilidades de instalarse, de interrogarse, de encontrar maestros, acontecimientos ni movimiento alguno. Esta situación nos coloca en la soledad, la fragilidad y el esnobismo. Se convierte en muchas manos que piensan y mucha belleza que no deja huella.

–¿Por qué sería necesario resguardar la memoria del diseño?
–Creo que mi respuesta está anticipada en la respuesta anterior, pero deseo destacar que la memoria es la infancia del diseño, su patria y sus anclajes. Es allí donde pueden rastrearse métodos y técnicas imaginarias del sujeto y del objeto, diversidades en las comunidades e identidades múltiples. La memoria del diseño es el "gesto" de diseñar, son los primeros y segundos pasos. Es preciso saber quiénes somos y cómo devenimos en eso. La memoria es la lucha contra el olvido; destruir la memoria, una forma de violencia.

–¿Qué condiciones debería tener una institución para hacerlo?
–¡Oh! Hay que pensarlo bien. Debería ser un “acto” y no un “archivo”, debería mostrar la memoria como un juego, debería tener personal especializado en producción y en combinación y debería estar todo el tiempo en acción para ganar futuro.

–¿Por qué en Argentina, a diferencia del resto del mundo, casi no existen espacios museísticos que le otorguen un lugar al diseño?
–El museo argentino busca sus nuevos enfoques desde el objeto hacia el visitante. Intenta una nueva museología, pero trabaja con guiones excesivamente racionales. El diseño nace inspirado en lo lúdico, lo no establecido. Por eso suele quedarse en los shops de los museos. Tal vez no se sepa cómo exponer objetos o prendas sin encontrar primero las claves de su renovación.

–¿Cuáles son los desafíos de la comunidad del diseño para el futuro?
–Debe hacerse hincapié en los procesos de creación, de circulación y de aprendizaje; buscar y generar una mirada ideológica, distinta, abarcadora y abarcativa sostenida en una profunda convicción que trabajamos para comunidades a las que pertenecemos y que cada uno debe tomar posición de su propio lugar como diseñador. En fin, luchar por la belleza de vivir con justicia e igualdad.